Los Payasos son Personas, no Personajes

La historia de un hombre con doble personalidad

Un reportaje multimedia por Bielka García y Gloria Lorio

Cada semana David Ortiz visita la tienda de belleza. El hombre pasa por las estanterías, buscando el maquillaje de la mejor calidad. En su cesta de compra pone esponjas, brochas y sombra de ojos de todos los colores, como si fuera la cosa más normal del mundo. Mientras tanto los demás clientes le echan una mirada extraña, a lo que él reacciona con una sonrisa de oreja a oreja diciendo: “soy un payaso”.

A base de colores, creatividad, ingenio y pasión en su corazón, Ortiz se aplica un maquillaje para dar vida a ese ser humano. Se convierte en Don Parches, “el payasito cristiano”. Con su talento suele llevar la sonrisa a los niños con cáncer cada fin de semana.

Ortiz nació en el seno de una familia pobre y cristiana evangélica. Él es el menor de cinco hermanos. Su padre es un ex campeón en atletismo de categoría máster y su madre una costurera. Ambos progenitores lo llevaron al triunfo en esta vida.

Inspirado en su padre, el deporte lo llevó a ser campeón nacional de karate, muchos años antes de crear Don Parches.

El nacimiento de Parches

Ortiz nunca se imaginó ser payaso. Pero así fue como encontró de nuevo su camino. Su historia en este mundo de la risa comenzó un domingo hace doce años en la escuela dominical de la iglesia en la que asistía. Empezó como un simple payaso predicando a niños por medio de su don.

Y poco a poco, comenzó a expandir su entusiasmo yendo a salas de hospitales públicos donde hubiesen niños con cáncer, él les regalaba un día lleno de sonrisas haciéndoles olvidar por un momento su dolor.

“En lo personal ha sido una experiencia muy dolorosa porque aún mi hijo estaba de la edad de estos angelitos y solo pensaba que él podía pasar por lo mismo”, nos dice David Ortiz.

Su más dura experiencia la vivió en el área de oncología de un hospital de niños: “Me llamaron de emergencias del hospital para celebrar el último cumpleaños de un niña. Todos estaban llorando y yo aguantándome las lágrimas. Ella falleció dos semanas después”.

Luego fue creando sus propios títeres, lo que vio era muy cansado a lo que decidió cambiar y ahora andar por el mundo de la magia. Se ha vuelto reconocido y es contratado por grandes empresas y medios de comunicación para animar sus eventos.

El nombre “Don Parches” nace de una manera muy tierna: El primer día que se vistió de payaso con unos miembros de la iglesia, él escogió el nombre “Parches”. Los niños al acercarse a él le decían “Don” por respeto a su persona. Todos los infantes pronunciaban primero el “Don”, a lo que Ortiz vio atractivo y lo agregó a su sobre nombre.


A David Ortiz, le es difícil separarse de la identidad de Don Parches. Cuenta que al estar en lugares públicos, rodeado de amigos, se le hace difícil ser Ortiz y dejar a un lado a Don Parches.

Ortiz señala que él ha tomado la personalidad de Don Parches como una forma de vida. Cuando se ve al espejo ve a David Ortiz y a Don Parches.

Es más que un trabajo. Es pasión

“Para mí, no es sólo un contrato de trabajo, en un día de fiesta, vale más el sentimiento de los niños, que el dinero que le puedan ofrecer”, expresa como David Ortiz y agrega que en ocasiones ha cancelado eventos, cuando siente que su estado de ánimo no le favorece, para sacar esa sonrisa que lo llena de amor y felicidad.

Según él, los niños son una esponja absorbente, que muchas veces, están cargados emocionalmente y el desea transmitirles amor a través de su show.

En Nicaragua no existe un grupo o asociación de payasos cristianos, que se dediquen a llevar alegría a los más pequeños del hogar que no cuentan con estabilidad económica para disfrutar de un pequeño juguete en fechas especiales.

David Ortiz además de hacer show en eventos privados, da de su tiempo y bendiciones a los niños más necesitados. Al llegar cada fin de año, junto a su esposa e hijo, realiza un día especial para los infantes de la calle.

Reúne juguetes para cada uno, reparte alimentos y lo más importante para él es que los hace reír con el talento que “Dios le regaló de convertirse en Don Parches”.

El mayor anhelo de su corazón es ser el primer payaso misionero de Nicaragua junto a su esposa que ha sido su ayuda idónea en este camino como David y Don Parches.

La personalidad de un payaso

“Humor y depresión van a menudo de la mano en esta profesión, un poco difícil separar en la vida real”, dice Mayra Aguilar, experta de psicología familiar. Nos comenta que “una persona que hace de payasito tiende a tener un desequilibrio emocional”.

“Desde mi punto de vista, la vida de un payaso es bien difícil porque él no debe mezclar su vida personal con su trabajo”, nos dice la experta.

Algo icónico pero cierto, un problema emocional no se mezcla con el gozo y el agrado de dejar pequeñas sonrisas. Si no estás al ciento por ciento alegre para ir a un cumpleaños o festejo que se está rodeado de niños, ya que ellos son una esponja absorbente que todo lo que ve y escucha, se puede tomar a mal emocionalmente.

Por muy “pequeño que sea el problema”, Don Parches trata de suspender su día de trabajo para no transmitirles cualquier indiferencia a los pequeños. Explicó que él toma toda la dedicación y pasión para llevar alegrías a los reyes del hogar.

“Jugar como niño frente a todos y siendo profesional es todo lo que necesitas”, expresa Don Parches, es el amor y dedicación que nace de una idea a otra inspirándose y pensando en lo que les gustará a los niños. No es fácil prepararse para un show. Pero si lo realizas con alegría y pasión, todo lo demás no se notará.

Con  el corazón y dedicación, David Ortiz transmite toda la alegría que los niños y niñas merecen, para que ellos puedan pasar un soplo de regocijo de entretenimiento junto con sus familias y amiguitos. Para  Don Parches, el “centro de la felicidad son los niños”, porque la magia está en sembrar en cada corazón la dicha de ser un buen amigo para los demás.

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